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La Edad de Oro de Budapest, coincidiendo en gran parte con el esplendor del Imperio Austrohúngaro, no solo fue una época de florecimiento arquitectónico y cultural, sino también un periodo dorado para su gastronomía, especialmente la repostería. Los elegantes cafés históricos de la ciudad se convirtieron en el epicentro de la vida social, lugares donde intelectuales, artistas y burgueses se reunían para disfrutar de exquisitas creaciones de azúcar, crema y chocolate que han perdurado hasta hoy.
Hablar de los dulces de Budapest es hablar de tartas legendarias. La tarta Dobos, con sus finas capas de bizcocho y crema de chocolate, coronada por una capa crujiente de caramelo, es quizás la más famosa. Otra joya es la tarta Esterházy, una delicia de crema de mantequilla entre capas de merengue de almendras. Estos postres no eran solo comida, sino un símbolo de la sofisticación y el refinamiento de una era. Aún hoy, pasear por Budapest es descubrir estas delicias en pastelerías que parecen detenidas en el tiempo, manteniendo viva la herencia de su época más dulce.
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