Al contemplar el majestuoso perfil de Budapest, es imposible no fijar la vista en la Colina Gellért, una elevación coronada por la Ciudadela y la Estatua de la Libertad que domina la orilla de Buda. Sin embargo, más allá de sus vistas panorámicas, esta colina es el escenario de una de las leyendas más fundacionales y dramáticas de Hungría: la del martirio de San Gerardo Sagredo. Su historia es una mezcla de fe, violencia y devoción que dio forma no solo al nombre de la colina, sino también al alma de la nación húngara. La imponente Estatua de San Gerardo que hoy se alza en su ladera es un recordatorio perpetuo de su sacrificio.
La Colina Gellért es mucho más que un simple punto de interés turístico. Es un lugar donde la historia y la leyenda se entrelazan de manera palpable. Cada sendero que asciende por sus laderas parece susurrar relatos del pasado, pero ninguno con tanta fuerza como el de San Gerardo. Este artículo se adentra en la vida y el trágico final de este obispo veneciano, cuya muerte en el año 1046 lo convirtió en un mártir y en una figura clave para entender la identidad de Budapest y de toda Hungría.
Una imagen de la estatua de San Gerardo Sagredo en la Colina Gellért de Budapest
Para comprender la leyenda, primero debemos conocer al hombre. ¿Quién fue este personaje cuya figura se ha vuelto inseparable de la colina más famosa de Budapest?
Gerardo Sagredo nació en Venecia, Italia, alrededor del año 980. Desde joven, sintió una profunda vocación religiosa que lo llevó a unirse a la orden benedictina, convirtiéndose en un respetado monje en el monasterio benedictino de San Giorgio Maggiore. Su plan original era realizar una peregrinación a Tierra Santa, pero una tormenta desvió su barco hacia las costas de Dalmacia. Desde allí, el destino lo condujo a Hungría.
Por aquel entonces, el Rey de Hungría, Esteban I (San Esteban), estaba inmerso en la monumental tarea de la cristianización de su pueblo, hasta entonces mayoritariamente pagano. Al conocer la erudición y la piedad de Gerardo, el rey Esteban lo invitó a quedarse en su corte. Gerardo se convirtió en el tutor del príncipe Emérico y en una figura de confianza para el monarca, jugando un papel crucial en el establecimiento de la fe cristiana en el país.
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En reconocimiento a su labor, el rey Esteban I nombró a Gerardo Sagredo como el primer Obispo de Csanád, una diócesis en el sur del reino. Desde allí, San Gerardo trabajó incansablemente, predicando, fundando iglesias y monasterios, y traduciendo textos religiosos al idioma húngaro. Su influencia fue fundamental para consolidar el cristianismo, pero su labor también le granjeó enemigos entre aquellos que se aferraban a las antiguas creencias.
La muerte del rey Esteban I en 1038 sumió a Hungría en un período de inestabilidad y luchas por el poder. Este caos fue el caldo de cultivo perfecto para que las fuerzas paganas intentaran restaurar sus antiguas tradiciones.
En el año 1046, estalló una violenta revuelta pagana. Los rebeldes, liderados por un jefe llamado Vata, se alzaron contra la nobleza cristiana y el clero. San Gerardo, junto con otros obispos, se dirigía a la ciudad de Székesfehérvár para coronar a un nuevo rey con la esperanza de restaurar el orden. Sin embargo, fueron emboscados por los rebeldes en Pest, cerca de un vado del río Danubio.
La leyenda, llena de detalles espeluznantes, cuenta que los paganos capturaron a Gerardo y lo llevaron a la cima de la colina que dominaba Buda y Pest. Allí, su destino fue sellado de la manera más cruel. Fue puesto en un barril de madera, posiblemente erizado de clavos por dentro, y arrojado ladera abajo hasta estrellarse contra las rocas y caer en las aguas del Danubio.
Este acto brutal no solo acabó con su vida, sino que lo inmortalizó. La colina, que hasta entonces era conocida como Kelen-hegy, se convirtió para siempre en la Colina Gellért (Szent Gellért hegy en húngaro), un lugar sagrado marcado por la sangre de su primer mártir cristiano.
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El sacrificio de San Gerardo no fue en vano. La revuelta pagana fue finalmente sofocada y el cristianismo se consolidó como la religión de Hungría. Hoy, el legado de San Gerardo es visible en toda la ciudad.
En la ladera noreste de la Colina Gellért, justo frente al Puente de la Libertad y el Mercado Central, se alza la magnífica Estatua de San Gerardo. Inaugurada en 1904, la estatua de un San Gerardo triunfante, con una gran cruz en su mano derecha, parece bendecir la ciudad. A sus pies, una figura pagana se postra vencida, simbolizando el triunfo de la fe. Este monumento, con su cascada artificial, es uno de los puntos más fotogénicos de Budapest y un tributo permanente en honor a San Gerardo.
El nombre de Gellért resuena por toda la zona. A los pies de la colina se encuentra el famoso Hotel y Balneario Gellért, así como la plaza Gellért tér. La colina misma, el Monte Gellért, es uno de los parques más queridos de la ciudad, un lugar que combina historia, naturaleza y las mejores vistas de las dos antiguas ciudades de Buda y Pest. Desde la cima de la colina, donde se encuentra la Ciudadela construida por los Habsburgo entre 1850 y 1854 tras la Revolución Húngara, la vista es sobrecogedora. Cerca se alza la Estatua de la Libertad (o Estatua de la Liberación), obra del escultor húngaro Zsigmond Kisfaludi Strobl, que conmemora la liberación de Budapest.
San Gerardo Sagredo fue un monje benedictino de origen veneciano que vivió alrededor del año 1000. Fue invitado a Hungría por el rey San Esteban I para ayudar en la cristianización del país. Fue nombrado el primer Obispo de Csanád y es considerado uno de los santos patronos de Hungría por su labor evangelizadora y su martirio en el año 1046 durante una revuelta pagana.
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La Estatua de San Gerardo se encuentra en la ladera noreste de la Colina Gellért, en el lado de Buda. Es fácilmente visible y accesible desde el Puente de la Libertad (Szabadság híd). Se puede llegar caminando desde la base de la colina, cerca de la plaza Gellért tér, o como parte de un paseo que asciende hacia la Ciudadela y el Castillo de Buda.
Si bien el martirio de San Gerardo a manos de los rebeldes paganos en 1046 es un hecho histórico documentado, los detalles más escabrosos, como el ser puesto en un barril con clavos, pertenecen más al ámbito de la leyenda medieval. Estas narraciones a menudo se embellecían para enfatizar la brutalidad de los verdugos y la santidad del mártir. Lo que es innegable es que su muerte fue violenta y ocurrió en la colina que hoy lleva su nombre, convirtiéndolo en una figura central de la historia de Budapest.
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